jueves, 10 de julio de 2014

Sandra Delelis:“La argentina se americanizó, usa muchos básicos”


Foto: LA NACION / Victoria Gesualdi / AFV
 


Le gusta los detalles bien cuidados y se nota al poner el pie en su casa de El Salvador al 4600, donde el papel y la luz “eclesiástica” determinan un espacio retro, romántico y eco, con paredes revestidas con 40.000 pirotines de budines de papel manteca que denotan su gusto casi obsesivo por la repetición. Sandra Suami Delelis hizo del apodo de su hija una marca de prêt-à-porter, un sport chic que actualiza los años 60 y destaca los bordados. Y lo hace en un taller experimental tras bambalinas de su boutique, con el background adquirido tras 15 años en Motor Oil, EF y Etam de Alemania. Después de 14 años con Vevû, hizo su primer desfile esta temporada y mostró su oficio en la prolija construcción de piezas.


-Tenés tu propio taller.


-Es un taller experimental en el que hago lo que se me ocurre. Tenerlo me permite hacer pruebas de estampados, bordados, molderías; todos los recursos de construcción se prueban acá, y luego armo un demo para que se replique; el paso previo a producción está integrado: diseño, moldería, corte y muestra. Una dinámica ágil que me permite pensar y hacer lo que quiero; no podría entregar un geometral y boceto y esperar el molde para luego cortar. Trabajo pieza por pieza, y hasta 125 por temporada. Muchas remeras no hago, son un descanso en la colección; no me gustan, aunque contradictoriamente las uso a diario.


-No a las remeras y sí a.


-A los abrigos, que me encantan. Pero con diseño, con algún detalle que los distinga. A veces, veo a mujeres con un vestido divino y un abrigo que no concuerda; y me doy cuenta que sólo se pusieron algo encima.Para mí es más importante vestirse simple, con un buen pantalón, una blusa o camisa sencilla y, en invierno, un buen abrigo que no dé montaña, o uno no urbano si es para un cóctel, y sin largos modulares diferentes que quedan mal. Además, soy muy fetiche de las blusas y los vestidos. Me fascinan las blusas de impacto, con buenos recursos, corte y género, y acompañada de una falda o pantalón. Y amo los vestidos, sobre todo, en verano.


-¿Y qué querés mostrar?


-Intento representar a una mujer más de antes, coqueta, no tan urbana. La argentina se americanizó, hay mucho jean, básicos, pero a mí me gusta el estilo europeo, de falda y blusa o vestido. Si bien uno tiene que adaptar el diseño a la vida, reconozco que lo cotidiano arrastra a cierto outfit. Ese urbano chic más personal se perdió por actividades sociales y problemas económicos; la comodidad nos ganó en todo sentido.


-Tu estilo es más años 60.


-Me gusta esa época en la que el vestido tenía un papel protagónico. Y con esta prenda inspirada en esa década busco una mujer elegante, no porque con blusa y pantalón no pueda serlo, sino que simplemente elijo otra pieza. Siempre con muchos detalles. La calidad y la diferenciación está hecha de pequeños detalles, a veces no descifrables pero nunca imperceptibles.


-¿Qué detalles?


- Soy fanática de la construcción de las prendas de antes, aunque son más laboriosas e implican otros tiempos operativos. Aggiorno la silueta de los 60, 40 y algo de los 20, con telas técnicas de calidad y recursos industriales nuevos. Hace algunas décadas había un trabajo más minucioso que me gusta, y rompo con eso de: y esto quién lo ve.


-¿Qué es Vevû?


- Una marca retro-presente, con algunos toques de moda. Es un romántico Warhol, remixado, con encanto y hasta misterio, que transmite algo, que cuenta alguna historia, que repercute en una chica artista con sueños, que puede tener una vida increíble, embellecida con pequeños gestos, detalles y objetos.


-¿Cuáles?


-Un té entre chicas con las tazas de la abuela de una amiga, una cena con la familia, la comida que preparo, la deco que busco, los objetos que colecciono, la ropa que hago; así embellezco la vida. Muchos objetos son míos, heredados o buscadísimos. Colecto cosas con historia: cajitas musicales austríacas con que se despertaba la abuela de una conocida, tazas de té de la hermana de otra amiga, una Wanora (máquina de tejer) de una amiga que tejía, una Singer que me regaló mi prima, una valija de viaje de mi abuelo…, recuerdos entrañables, hoy en mi local.


-Hacés zapatos.


-Sí, los hago yo. Un zapato de calidad que resulta como un guante: plantillados con siliconas, forrado en cuero, no hago costuras a la vista salvo al borde si es necesario sino los prefiero volcado y pisado interno, ribeteados. tiene una construcción cuidada. Es muy importante tener los propios zapatos, para acompañar cada colección en formato, color, estética, con detalles que hacen al fitting completo.


-¿Qué más te gusta?


-Todo lo manual y creativo. Estoy haciendo un taller de sombrerería e hice uno de tocados y otro de flores antiguas con Laura Noetinger; una terapia, es mi momento.


-¿Sólo terapia?


-Por ahora sí. Me gusta aprenderlo y hacerlo según técnicas antiguas, con varetas cosidas a mano, etc. También estoy haciendo cuadros a partir de postales antiguas con imágenes europeas en blanco y negro, que por ser de los años 20, 30 y 40 ya son sepia; las troquelo con trincheta; calo hasta el más mínimo detalle y armo cuadros de ciudades en 3D.


-Sos coleccionista


-Mi espíritu es de coleccionista. Además de las piezas de Murano, me encantan las miniaturas de té, vasos, porcelanas, candiles, candelabros, fanales, botones antiguos, pasamanerías, revistas y de todo…


-¿Proyectos?


-Soy feliz con lo que hago y me sostiene la pasión. Si no tuviera pasión no sé si hoy trabajaría como diseñadora. No me pongo más por delante al futuro. Es difícil proyectar en este país, pero lo habitual: que tome más protagonismo, tener menos condicionamientos… Pretendo conservar lo que tengo y mantener un crecimiento lógico, sumar clientes que estén contentos con mi diseño. Este invierno subí por primera vez a pasarela, fue una muy buena experiencia y tal vez seguiré con uno por año. Proyectando a corto plazo vivo con menos frustración. Dejo que las cosas acontezcan y veremos qué pasa….


OBJETO FAVORITO.




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