No soy yo una persona temerosa por lo general, pero he de hacer una confesión ante todos vosotros: desde el pasado fin de semana vivo con miedo. Miedo a que The Endless River, el absolutamente inesperado nuevo disco de Pink Floyd, pueda suponer una innecesaria mancha en la carrera de una de las más míticas bandas en la historia del rock. Con lo tranquilo que estaba todo últimamente, y precisamente han tenido que venir ellos a meternos la tensión en el cuerpo.
Cuando saltó la noticia el pasado sábado por la noche, me encontraba junto a otros editores de Hipersónica y fue Ferraia quien nos puso sobre aviso del bombazo. Conociendo a la fuente, y sabiendo que alguna copa se había vaciado ya entre sus manos durante la velada, mi primera reacción fue de absoluta incredulidad ante sus palabras. “Será algún recopilatorio y éste no ha leído bien”, pensé yo. Pero a pesar de mi falta de fe en su persona, la información dada por Ferraia era correcta.
Como a tantos otros, el anuncio más significativo en el 2014 musical me dejó con el culo torcido, y aún hoy, varios días después, aún no he sido capaz de procesarlo por completo. La digestión cerebral pesada que me está provocando viene compuesta por el miedo antes mencionado y por muchas dosis de incertidumbre ante lo oportuno o no de que David Gilmour y quien él buenamente quiera tener a su lado decidan publicar, dos décadas después, un sucesor para The Division Bell.
¿Nuevo disco de Pink Floyd? A la vejez, viruelas
Lo que sabemos hasta ahora de este The Endless River no ayuda a calmar los nervios de sus seguidores: material que toma su punto de partida en The Big Spliff, el disco que nunca fue y que ahora vuelve a nuestras vidas repensado y rebautizado, compuesto mayormente por temas instrumentales y de corte ambiental. No será completamente así, pues Gilmour ha grabado voces para algunas de las pistas y cantantes que ya colaboraron en el pasado con la banda como Durga McBroom han sido invitados a las sesiones de estudio.
Lógicamente, la rápida mención a la participación del difunto Richard Wright en la obra busca dar una capa de credibilidad a todo esto, pero será difícil determinar cuánto de hay de aportación real y cuánto de espiritual en el disco que llegará a las tiendas en octubre. Por descontado, de Roger Waters ni hablamos, siendo la grabación del bajo un servicio que ha sido externalizado a Guy Pratt, aunque tengo mucha curiosidad por ver cuál es su opinión sobre todo este tinglado. Recordemos que, para él, The Division Bell era “basura sin sentido de principio a fin”.
Naturalmente, las declaraciones de Waters tenían más de rencor personal que de verdadera crítica a su calidad, pues lo cierto es que el hasta ahora último disco de Pink Floyd sí tenía momentos dignos de rescatar y suponía un broche final más que aceptable para su carrera. Que los orígenes de este álbum que ahora están preparando se remonten a aquellos años supone una razón para la esperanza a la que agarrarnos; que en su momento decidieran que no merecía la pena el esfuerzo de publicar este material nos lleva al extremo opuesto del espectro emocional.
Ni sí, ni no, ni todo lo contrario
Por si las dudas, Durga McBroom declaró poco después del anuncio que todo el material incluido en este álbum será nuevo, así que lo único que podemos hacer es especular y rezar lo que sepamos, ya si eso. Mientras tanto, asegura el comunicado colgado en la web oficial de la banda que tendremos más noticias a finales del verano, así que no aguantéis la respiración esperando una oleada de novedades al respecto durante estas calurosas semanas que tenemos por delante.
¿Era necesaria toda esta tensión para nuestros sufridos corazones? En octubre tendremos respuesta, pero lo más parecido a una certeza que siento actualmente es que tienen poco que ganar y mucho que perder con un movimiento así a estas alturas de la vida. No obstante, en absoluto me veréis enterrar con antelación a nada ni a nadie cuando todo lo que rodea a este proyecto es pura incógnita, y cuando el talento de los involucrados en él está fuera de toda duda.
Tengo miedo, lo confieso, pero todo él producto del enorme respeto que siento por este grupo (más del que muchos de sus miembros presentes o pasados han demostrado por él). Por descontado, es el disco que más espero en lo que queda de año, y aunque no puedo prometer nada, haré todos los esfuerzos que pueda por recibirlo con la menor cantidad de prejuicios que me sea posible. Os animo a que lo intentéis vosotros también, porque quién sabe, quizás al final hasta nos llevamos una alegría.
Especial de Pink Floyd en Hipersónica The Piper At The Gates Of Dawn (1967) A Saucerful of Secrets (1968) More (1969) Ummagumma (1969) Atom Heart Mother (1970) Meddle (1971) Obscured by Clouds (1972) The Dark Side Of The Moon (1973) – 1ª parte The Dark Side Of The Moon (1973) – 2ª Parte Wish You Were Here (1975) Animals (1977) The Wall (1979) The Final Cut (1983) A Momentary Lapse of Reason (1987) The Division Bell (1994)
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La noticia Confesiones de un fan de Pink Floyd a la espera de The Endless River fue publicada originalmente en Hipersónica por Gallego.
Confesiones de un fan de Pink Floyd a la espera de The Endless River
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